En una Europa que busca respuestas sostenibles a la crisis climática y las desigualdades sociales, el proyecto europeo EcoFemSkills (2023-2-ES01-KA210-ADU-000181192) destaca una dimensión crítica de la transición verde que a menudo se pasa por alto: la presencia femenina en el desarrollo de habilidades verdes e innovación ambiental. La evaluación del Diagnóstico de Necesidades Educativas del proyecto, implementado por el Centro Erifyli, basado en 38 cuestionarios/entrevistas recopilados por todos los socios del proyecto de Acaya y Tenerife, reveló no solo la necesidad sino también el potencial de estas mujeres para participar activamente en la transición verde. A pesar del alto nivel educativo de la mayoría de los participantes del proyecto (licenciatura, máster), muchos estaban desempleados o subempleados, lo que confirma las estadísticas europeas que muestran que, lejos de los grandes centros urbanos, el desempleo de las mujeres supera significativamente al de los hombres. Según los últimos datos de Eurostat (2024), Grecia presenta la mayor brecha en la UE, con una diferencia de 6,9 puntos porcentuales, seguida de España con 4,6 puntos (Eurostat, 2024).
El diagnóstico de las necesidades formativas de los participantes reveló un gran interés en el emprendimiento verde y la sostenibilidad como respuestas realistas y creativas al desempleo y al aislamiento social. Como muestra el Informe Global de Habilidades Verdes de LinkedIn (2023), las ofertas de empleo para puestos "verdes" están aumentando a un ritmo de casi el doble que el de las habilidades necesarias en la fuerza laboral. Solo uno de cada ocho trabajadores a nivel mundial posee habilidades relevantes, y las mujeres se encuentran particularmente rezagadas.
EcoFemSkills y otras iniciativas similares pueden desempeñar un papel crucial en la revitalización de las sociedades y la reducción de las desigualdades. Según Potluri et al. (2024), el emprendimiento verde, cuando no excluye a las mujeres, puede funcionar no solo como una herramienta para la inclusión laboral, sino también como un motor de innovación social, empoderamiento y resiliencia ecológica. Basándose en la teoría ecofeminista, argumentan que las mujeres aportan al emprendimiento verde valores como el cuidado, la circularidad y el beneficio colectivo. Sin embargo, para que esto sea posible, se necesitan modelos educativos flexibles, el reconocimiento del conocimiento informal y estructuras de apoyo adecuadas.
Cabe destacar que la gran mayoría de los participantes prefirió los talleres interactivos presenciales y las formas de aprendizaje colectivo, lo que confirma la necesidad de interacción en vivo, confianza y apoyo mutuo. Por lo tanto, la educación funciona no solo como una fuente de conocimiento, sino también como un espacio de reconexión social. Finalmente, las expectativas personales de las mujeres participantes fueron mucho más allá del ámbito profesional. Manifestaron su deseo de “sentir que tienen control sobre su futuro”, “ver la vida de forma más positiva”, “formar parte de una comunidad”, “inspirar” y “descubrir maneras de vivir de forma más sostenible en su vida diaria”. La transición verde adquiere, por tanto, aquí no sólo una dimensión económica y medioambiental, sino también profundamente humana y cultural.
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